Amigos y amigas.. Las vacaciones ya están aquí!!! Bien, quien las tenga..
Hay quien no tiene. Hay quien ha pillado el curro de verano. Hay quien lleva tiempo en la cola del INEM. Hay quien no se lo puede permitir. Hay algunos autónomos ( ahora llamados cariñosamente emprendedores ) que si no facturan, no pagan recibos… En fin, que los hay de todos los colores!
Pero es casi obligatorio para el personal, desear unas felices vacaciones a todo el que se mueva, indistintamente de si tiene o no.
Un poco de tacto amigos!….
Pero el verano trae otra gran, grandísima frase que quien más quien menos ha escuchado alguna vez: Cariño, necesito darme un tiempo para pensar….
Y claro… curiosamente a tu pareja se le despierta esa necesidad imperiosa justo en verano.
Yo creo que es que en la piscina o en el chiringuito se piensa mejor.. ¿no?
Esos “pensamientos” normalmente se traducen en cosas tan de cada día como:
Fotos etiquetadas en facebook de la gran farra que se metió. Está claro, el alcohol ayuda a pensar. O novietes cachitas / novietas pivones con un color de bronceado tirando a wengé, como los muebles del Ikea. Está claro que lo que necesitaban era un hombro donde llorar…
Aaaiii el verano! Que adolescente nos vuelve a veces, ¿verdad?
Peeeeero llega setiembre. Si, el mes de los fascículos, de los malditos libros escolares, los corticoles…. Y algunos buenos propósitos que volveremos a repetir en año nuevo.
Entonces el “verano de su vida” parece que ya no es tan guay. Llega el otoño y como las hojas de los árboles, cae también ese “amor de verano”. Y vuelven con fuerza los malditos domingos por la tarde.
Es entonces cuando algunos se dan cuenta de otro clásico del otoño: Cariño, me he dado cuenta que no puedo vivir sin ti…
Moraleja: Comer bien durante todo el año. Hablar mucho en la mesa mientras cenáis. Prandium os ayuda para que tengáis más tiempo para ello.
Y en vez de llorar al hombro de otro, mejor una palmadita en el culo y a la habitación a resolver vuestros asuntos!…
¡Feliz verano!